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Como una gallina

Me gustaría escuchar tu voz para rehabilitarme. No es que me sienta viciado o necio con la vida, más bien siento que la caída natural de esta me va llevando al borde del abatimiento. Y ya sé que como dice Cortázar, todo cae, tan fragilmente como una hoja seca o una gota salada en los labios de quien sufre. Mientras caigo, no sufro, observo, cuando siento que he caído, la ansiedad se apodera de mis poros y los erige hacia la subida, que casi siempre, duele en los pies. A mi que me gusta subir en campo abierto, reventarme los pulmones exigiendo capacidad, escuchar los pájaros y jugar a buscarlos mientras avanzo en la espesura de la montaña cada vez más alta..., tengo tan cortas las piernas hoy. Ya sé de la inercia, de la pereza juvenil atada al tiempo libre y a la gente irresponsable, ya sé que parece que no sé de lo que hablo, pero como no estoy hablando sino dejando huellas escritas de lo que soy, me permito no bloquearme y afirmar que es sencillo mirarse allá abajo, pero agarrar todo el cuerpo para subir parece no funcionar en movimientos obligados. Hablo entonces de darse cuenta desde la pasión que todos los días me voy gastando y no hay más para bajar (a no ser que quiera llegar al inframundo). Yo soy de esas que se destruyen, que dejan todo o lo tiran hacia arriba para retarse a ser más, a conocerse más, a saberse fuerte y firme. Quisiera haber leído mucho hoy, no solo las cosas del trabajo y del internet, como una gallina que pica aquí y allá, mientras malgasta la tarde en una tonta película romántica. Tengo cargado el maletín, un par de listas tontas y mucho por hacer, mientras sigo remando hacia la noche en un consuelo de cobija. Te he visto padecer el tiempo mientras tu tranquilidad y despreocupación te llevan de la mano con la muerte y las huellas que deja tu lápicero. Yo me siento un lobo herido, pues la vida planeada se ha ido junto con las ganas de estabilidad y protección. Te encuentro cálido, suavecito, con las manos listas y los ojos grandes. A veces pienso que volver a tomar el rumbo es más sencillo. Yo soy sin nadie y al mismo tiempo soy todos los que existen. Hay un cuadro rojo que rodea un área peligrosa donde la sangre se mantiene estancada. Para que no se vuelva sangre muerta debo imprimir un poco de oxígeno, pero no sé cómo. Sigo parada frente a ella viéndola ennegrecer.

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Libertad para hacer uso público de la razón

" Sin embargo, para esa ilustración sólo se exige libertad y, por cierto, la más inofensiva de todas las que llevan tal nombre, a saber, la libertad de hacer un uso público de la propia razón, en cualquier dominio. Pero oigo exclamar por doquier: ¡no razones! El oficial dice: ¡no razones, adiéstrate! El financista: ¡no razones y paga! El pastor: ¡no razones, ten fe! (Un único señor dice en el mundo: ¡razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced!) Por todos lados, pues, encontramos limitaciones de la libertad. Pero ¿cuál de ellas impide la ilustración y cuáles, por el contrario, la fomentan? He aquí mi respuesta: el uso público de la razón siempre debe ser libre, y es el único que puede producir la ilustración de los hombres. El uso privado, en cambio, ha de ser con frecuencia severamente limitado, sin que se obstaculice de un modo particular el progreso de la ilustración". Kant: ¿Qué es la ilustración? (Fragmento). http://www.cibernous.com/autores/kant
Es un desespero interno, un no sé qué hacer. Es sencillamente no hallarme en ningún lado, sin razones, con las ganas bajitas, con la indecisión alborotada. Días de niña, femeninos y lunáticos... Días de encierro en el mí misma atormentador. Soy de piedra o de barro y no tengo activado en la cabeza el chip de la decisión. Bajito el ánimo, alto el sueño y el cansancio. Tal vez razones me faltan, pero no en la vida, sino en la cotidianidad. ¿What's your name? ¿What's your number? - La lluvia me atrapa, me encierra, me tumba- Pero... Los días de sol vuelven y con ellos mi energía, lo mío son las tardes brillantes. Es como si mi fuerza se recargara con el sol. Y no es que no me guste la lluvia, siempre disfruto de su sonido y a veces me parece que tiene una belleza insuperable. Pero su aparición continua me va poniendo taciturna y dormilona, y ahí es que llega todo el desespero anteriormente mencionado, aunque a veces quisiera no excusar al mundo por mis estados de áni