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Mostrando entradas de enero, 2014

Como una gallina

Me gustaría escuchar tu voz para rehabilitarme. No es que me sienta viciado o necio con la vida, más bien siento que la caída natural de esta me va llevando al borde del abatimiento. Y ya sé que como dice Cortázar, todo cae, tan fragilmente como una hoja seca o una gota salada en los labios de quien sufre. Mientras caigo, no sufro, observo, cuando siento que he caído, la ansiedad se apodera de mis poros y los erige hacia la subida, que casi siempre, duele en los pies. A mi que me gusta subir en campo abierto, reventarme los pulmones exigiendo capacidad, escuchar los pájaros y jugar a buscarlos mientras avanzo en la espesura de la montaña cada vez más alta..., tengo tan cortas las piernas hoy. Ya sé de la inercia, de la pereza juvenil atada al tiempo libre y a la gente irresponsable, ya sé que parece que no sé de lo que hablo, pero como no estoy hablando sino dejando huellas escritas de lo que soy, me permito no bloquearme y afirmar que es sencillo mirarse allá abajo, pero agarrar todo