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¡Hay que soñar!
He llegado a esa conclusión nuevamente después de estar segura que vivía por mis sueños. Pero la vida te va acorralando en esquinas oscuras que a veces bajonean lo suficiente como para olvidarlos. He escuchado mil veces el discurso de proponerse metas y luchar por ellas, el problema es que no soy muy amante al futuro, me gusta vivir el instante y a veces los momentos no son tan buenos como para vivirlos sin el "empujoncito" o la motivación.
Hace poco iba caminando y pensando en mi estúpida decepción de la vida y entonces suena una canción en el reproductor, el que me acompaña en las mil vueltas que hay que dar por Medellín para llegar al destino deseado, una canción que fue envolviéndome en la melodía. "Sólo es vivir y nada más" me decía doña Marta Gómez mientras la guitarra me crispaba el cuerpo, es como romanticona, pero depronto es un poco de romance y menos desespero lo que me hace falta para volver a creer.
Que delicia la inocencia que antes me caracterizaba, cuando creía en el amor (todavía creo, pero de una manera diferente), en la justicia y en esos ideales que nos meten en la cabeza y que medio nos ciegan ante la realidad del mundo y la verdadera "naturaleza humana, nada personal". Pero lastimosamente lo que uno lee, vive y estudia lo va enterando de las cosas y entonces entran las preguntas, se derrumban cánones e ideales preconcebidos, cosas en las que uno ha creído desde siempre, y vuelva a soñar sabiendo un poco cómo es la realidad. Ahhh ¿no ven que no es fácil? La vida es complicada y hasta absurda, no por la vida misma, porque si de algo estoy segura es que la vida es una belleza: el mar, el atardecer, los colores y toda la pacha mama. Pero ahí llegamos al meollo del asunto, cómo ser felices con un sistema tan salido de lo natural, donde no caben los soñadores porque son unos rebeldes sin causa o terroristas.
Entonces vuelvo al principio y les digo que no pienso dejar de soñar después de todo, si no quepo en este mundo me voy para otro. Voy a perseguir todas las cosas que quedan en mi cabeza, claro que un poco más cerca de la verdadera sociedad, consciente de mi papel en ella, pero sin dejarme ni entristecer ni cegar. Aprendí que no tengo que ser ignorante en la verdad para querer algo con ella. Ya se que es difícil y allá el mundo con sus cosas, pero si no sueño voy a seguir dando vueltas sobre cosas que no tienen solución, o si las tienen no están en mis manos.

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Libertad para hacer uso público de la razón

" Sin embargo, para esa ilustración sólo se exige libertad y, por cierto, la más inofensiva de todas las que llevan tal nombre, a saber, la libertad de hacer un uso público de la propia razón, en cualquier dominio. Pero oigo exclamar por doquier: ¡no razones! El oficial dice: ¡no razones, adiéstrate! El financista: ¡no razones y paga! El pastor: ¡no razones, ten fe! (Un único señor dice en el mundo: ¡razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced!) Por todos lados, pues, encontramos limitaciones de la libertad. Pero ¿cuál de ellas impide la ilustración y cuáles, por el contrario, la fomentan? He aquí mi respuesta: el uso público de la razón siempre debe ser libre, y es el único que puede producir la ilustración de los hombres. El uso privado, en cambio, ha de ser con frecuencia severamente limitado, sin que se obstaculice de un modo particular el progreso de la ilustración". Kant: ¿Qué es la ilustración? (Fragmento). http://www.cibernous.com/autores/kant
Es un desespero interno, un no sé qué hacer. Es sencillamente no hallarme en ningún lado, sin razones, con las ganas bajitas, con la indecisión alborotada. Días de niña, femeninos y lunáticos... Días de encierro en el mí misma atormentador. Soy de piedra o de barro y no tengo activado en la cabeza el chip de la decisión. Bajito el ánimo, alto el sueño y el cansancio. Tal vez razones me faltan, pero no en la vida, sino en la cotidianidad. ¿What's your name? ¿What's your number? - La lluvia me atrapa, me encierra, me tumba- Pero... Los días de sol vuelven y con ellos mi energía, lo mío son las tardes brillantes. Es como si mi fuerza se recargara con el sol. Y no es que no me guste la lluvia, siempre disfruto de su sonido y a veces me parece que tiene una belleza insuperable. Pero su aparición continua me va poniendo taciturna y dormilona, y ahí es que llega todo el desespero anteriormente mencionado, aunque a veces quisiera no excusar al mundo por mis estados de áni