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En el borde roñoso de los orificios sin sentido está la cara de la hermana duda

Un rincón acidulado donde
el suave silencio esconde
un extraño sabor.

La palabra enorme
el viento sin olor
el jardín sin borde
y el retumbar del tambor.

Tambo largo cuando
salgo al mambo
y suelto el llanto
que no es quebranto.

Más sí quebradizo,
neutralizado y liso;
que suena a suizo
pero aparece innato.

Es brevedad que rompe,
la que nadando cautiva
entre mis preguntas
- que no por altiva -
desgarrándome apuntas.

Un tirón y me desplomo
me muerdo los pies
me siento en el lomo
me lamo las uñas
nadando en el lodo
y son mis pezuñas
inofensiva hiel.

No me invito a sufrir
porque llegó un día al fin
en que reír y reír
fue posible en mí.

Entonces llamo al pulso
a gritarse delfín
a sentirse iluso
confuso
en desuso
pero no tentado a morir.

Nada en los orificios
rocas en los intersticios
bocas dobladas
narices doblegadas
oídos cerrados
y gatos malsanos.

¡Báncate al vacío de esperar un grito nuevo!
¡Búscate un enredo,
lábrate de un señuelo!

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