Siento una tristeza profunda por las condiciones vitales de miles de nosotros, de nuestros hermanos. Es un dolor viejo y ya lo he llorado bastante. La injusticia es antinatural. Pero sé que no cambiaré el mundo, que lo que debo hacer es vincularme a la gente que quiere trabajar por su entorno y seguir creyendo en el poder colectivo. No estoy así solo por ver niños con paludismo en los videos de las visitas oficiales del secretario de educación, con saludos directos del señor alcalde, a una comunidad indígena que, en el intento de ser occidentalizada, ha quedado con escuelas improvisadas en kioskos de madera en condiciones miserables. Con el Nacho Lee apilado en un costal junto con los libros de Matemáticas y Español, que comparten un espacio, denominado por el señor secretario como “la biblioteca”, con los alimentos y las ollas del “restaurante escolar”. En los pocos días que llevo acá he visto una relación complicada entre la administración municipal y los pueblos indígenas. El
Soy un gato de mí que escribe