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La música caribeña la siente la mujer andina

La música de la tierra caliente
una mujer la canta
la siente en su alma amiga
la escucha en un formato moderno,
descubre su voz en los agudos sonidos
entre el contratiempo y la cumbia.

La pierde entre la teoría y
la forma en la que ama la música.
La distrae entre guitarras eléctricas y
solo capta su voz.
Los sonidos no entran en las palabras
pero reconoce la idea del tambor
en un mar psíquico
donde la representación es ardiente
no comprensible
y suena en el corazón.

Pasa el tiempo y vuelve a sentir un vacío:
en el estómago
en la garganta
en la música que suena
en la emisora universitaria.
Camina despacio pero sus caderas van rápido,
la alegría instantánea reconecta la raíz.
¡Vuelve el tambor y toca directamente el corazón!

Se siente negrito con cuero madera
y un millón de lombrices recorriéndole todo el cuerpo.
Se siente vibrar con ganas de tocar duro el alegre sonar
el grito que le falta a su voz para chispar.

Tocarla desde adentro, desde el ritmo
en el corazón del caribe
y lo que se siente ser andino bambuco
con ganas de moverse al ritmo del lejano mar.

Sin preguntas me pregunto
estas ansias de navegar
este airecito salado
estas caderas inquietas
de la mujer
que acaba de nacer.

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