Me siento maniatada, como cuando eligieron a Santos, me siento con las ganas reprimidas. Me siento oprimida, en una situación sin salida. Momentos como este, en el cual debo replantear mi personaje dentro de los asuntos, me hacen sentirme pobre de espíritu, me hacen odiarme y sentirme trepada dentro de un tren que no manejo y en el cual, no puedo incidir. Me repugnan las situaciones en las que no hay por donde salir, donde la salida está en tu actitud, en tu reacción frente a todo, en tu resignación. Lo inevitable, lo destinado, lo sistematizado...
La vida es complicada y absurda, se mueve bajo una melaza que oprime y moldea su movimiento. Régimen de energías, contextualizados pero no determinados. El momento de actuar siempre está cerca, está en el tiempo que cada uno lleva dentro de sí. Y yo no quiero peliarme más con la vida y con el tiempo, por ahí supe de una pelea entre Don tiempo y un sombrerero que no terminó bien, solo dejó un hermoso y brillante personaje fuera del tiempo real. Por momentos de pensarlo quisiera estar fuera de todo como aquel sombrerero, pero entonces uno se encuentra con lo que ama, con las cosas que desea, con su vida y la de las personas que tiene alrededor y "paila", hasta ahí queda el deseo de vivir en una tierra mental lejana.
Pero sigo dentro de esa coyuntura tan terrible, entre la puta realidad que me reprime y me golpea cada vez que quiero acercarme a ella, y la hermosa, tibia y armoniosa fantasía que me atrae y me recibe con fervor, pero que cada vez me trae más problemas que los que tenía antes.
Vamos caminando lentamente, porque con lentitud se sienten más profundas las heridas, pero más intensas las satisfacciones. Y ya se que parezco profesora de ética, pero este es un momento en el que me tengo que dar ánimo, pero no sólo adormecida en la fresca sensación de la fantasía, sino también pensando en mi papel dentro de la realidad y el mundo tan sarcásticamente incambiable.
Mundo de arcilla, mundo de hojas, mundo de letras y de canciones de amor, mundo de pastillas, mundo de enanos estúpidos, mundo de cigarrillos y lágrimas saladas. Mundo de cera y de fuego a la vez, un mundo imaginario donde imaginar no es posible.
Mundo plagado de sedientos del poder, de opresores lelos, sin salida para los oprimidos y despatriados. No se trata de justicia solamente, se trata de tener razones y necesidad para jactarse de la manera como canallas y señores pomposos lo hacen con el poder.
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