Se me hacía difícil saber si era mi reflejo en el espejo o el de un dragón, si, tenía unas pequeñas alas en mi costado, una enorme y anaranjada barriga, garras y hasta orejas puntiagudas. Pero podía ver mis manos, mis pies, tocar mi vientre y mis cabellos, y sin embargo, la imagen del enorme dragón continuaba golpeando el espejo y retumbando en mis pupilas como algo más que una imagen. Pero era mi espejo y era yo mismo frente a él que seguía ahí helado e inmóvil, esperando a que mi delirio pasara. No sólo no pasó, el dragón comenzó a salirse del espejo y a entrar en mi habitación, volaba y abría sus fauces echando fuego, yo corrí a refugiarme tras la silla blanca que hay al lado de mi cama, y entonces, el me ve y sopla quemándome las pestañas…
Ahora soy un niño dentro de un dragón, es difícil vivir aquí, todo está mojado y no huele bien, pero me estoy acostumbrando, esto es como un pequeño infierno, a veces juego con unas criaturas verdes que viven acá, les gusta beber el agua morada que hay en todos lados, les gusta jalarme y tocarme las orejas. A mi me parece divertido no saber realmente donde estoy, podría hacer que el dragón vomite y salir de aquí, pero ¿quién tiene la oportunidad de vivir dentro de algo así?
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