De eso se trata vivir, de ir y volver, de reír, decepcionarse y ser campeones. No recibimos mucho, pero si más de lo que damos, somos hijos del viento que se mece sin razones, estamos bañados en leche lunar tan fría y tan maternal. A veces quisiera conectarme al mundo y sólo logro hacerlo cuando me acerco a personas que pueden vibrar como yo con cada cosa que pasa, ahí me doy cuenta que no estoy sola, que en el mundo también hay otros que se sienten forasteros. Pero así es, unos de papel, otros de cartón, todos tan pequeños y tan moldeables. Hoy quiero volver para decir que hago lo que me gusta hacer, que siento que estoy donde debo y que no importa si me decepciono cada vez más del mundo y del hombre, a veces conocer la realidad humana tiene sus desventajas, tal vez un día me encuentre con la respuesta a todo esto, tal vez un día yo misma llegue a explicarme a mi y a mi papel en el mundo.
Soy un gato de mí que escribe