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La poesía absurda

Si se piensa que el poema tiene un fin: se acabó. Hace rato que la historia da vueltas y si no, ¿de qué se trata? La locura incluso cambia. Ya no es nada safado hablar en el tono nadaísta. Póngase a pillar y todos usamos esas formas porque nos alentaron, nos envolvieron y revindicaron en su época, cosas que hoy agradecemos. Es igual que la guerra. Mantener una forma se vuelve excesivo, se normaliza y atosiga. En una rama o escuela o forma de aprender algo, siempre hay ideas que mueven y las que siguen esos movimientos. Entonces estamos ahí, en la poesía maldita que tanto nos enseñó sobre la muerte, la enfermedad, el desespero, la impotencia hacia la sociedad y su sistema limitado. Militando en lo que no creemos pero que parece ser la forma de rebelarse. Si, originalidades en las mismas vías de buscar la inspiración. Ese arte bohemio que se entregaba a un mundo siniestramente más reconfortante que la vida de obrero a la que se veía sometida una clase o una posición hacia la vida, me da más desconfianza cada vez. Es muy extraño que el artista, siendo sensible hacia las adversidades de la humanidad, se salga de la construcción de comunidad para volcarse a un mundo interno que se angustia en la desconfianza de lo externo y acaba con su cuerpo como pagando culpas. 

Todo en la vida tiene una medida. Está viva precisamente por eso, por su equilibrio entre los átomos, su conformación exacta del material universo para permitir este espacio. Y lo digo mientras sostengo un cigarrillo en la mano, desde adentro del movimiento "mátate que nada de esto tiene sentido". Precisamente aparece en mí, cuando dando tumbos entre mi rumbo creativo he caído en las lecciones de la juventud libertina y desproporcionada, como quien dice: aproveche mija que después las paga. No le temo a la muerte, creo que no se trata del tiempo que viene. A veces pareciera ser el presente la única medida. Pero no hay tiempo, no hay tal instante. Es una historia y se construye.  Y lo sé porque a falta del límite y de la decisión asumo consecuencias que no había tenido en cuenta. Ese pague después sale caro, y además incomoda, uno cargando una maleta toda pesada llena de bobadas, de conversaciones interesantes que no recuerdo, de derroches de sensualidad llenos de malentendidos, de guayabos aburdos, de violencia que no me cabe por los ojos y me parte el corazón. La verdad sé que es una forma de conocimiento y me parece valioso enfrentarme a tantas sensaciones que me enseñaron la cara amarga y visceral de la vida. Esa misma que me permite interactuar con muchísimos tipos de personas, casi que con cualquiera que esté dispuesta a hacerlo, y encontrar simpatía. Pero cambiar de lugar es difícil. Decir que no. Tratar de mostrar que ves otro lado sin que parezca un ataque a una forma de vida. Cuando me di cuenta que cagarla era otra forma de existir supe que no la cagaba tanto. No importa, no es arrepentimiento lo que siento: es inquietud. 

El cuerpo. El mundo de las ideas parece menos descabellado que hacerse consciente del funcionamiento del sistema vivo en el que navegamos. Es como tener un barco para ir hacia donde quieras y quedarte en los rápidos del arrecife rompiendo la quilla porque es más divertido, para verse obligado a volver y pasar un tiempo en la playa reparando para intentar otro viaje. Esto me hace pensar en los suicidas, en ese absurdo que describe Camus, donde la vida es inútil. Y entonces la esperanza es un pequeño instante de imaginar el paisaje: ni la ceguera, ni la pena eterna niegan la posibilidad de que Sísifo disfrute de un instante de brisa tranquila. 

“Si el mundo fuese claro no existiría el arte.” A.C.

 ¿Cuál será nuestra misión?
Esta pregunta se sale de contexto.
Y entra acá un nuevo texto
Para jugar a que lo entiendo
Ese Ser Humano frente al Ser Artista
cuando la claridad se enfrenta a una lógica o a una fantástica
que son tomadas a la ligera en este lapso tan efímero del todo digital.

Un poema no llora la forma, la canta. Una palabra no se controla desde el querer decir, se mueve en el espectro que te revela: es mágica. Por más absurda que sea la idea que venga a tu cabeza, es esa la que revela tu entendimiento. Entonces fluir como el río no es nada difícil. Es egoísta pensar que nada tiene que ver la locura con la cordura. Que se salven los que han decidido casarse con un camino para llegar, pues en la pretensión de una claridad prestada la intención es apenas ingenua. Mientras tanto yo me sigo preguntando, a ver si se van barriendo todos esos tabúes y comienzan a usar el traje para reconocerse. No siento melancolía en la falta de una respuesta. Ya nos enseñaron para qué sirve la utopía y cuando una duda se vuelve pregunta, las palabras me acompañan en el camino de la incertidumbre, hasta que se topan con una verdad de icopor. Por mi parte, prefiero los materiales que se vuelven tierra, me gusta el camino que se puede andar descalzo, sin herramientas. Mientras voy derrumbando muros veo la posibilidad de construir senderos. Y ahí, en esas consecuencias de algo que uno mismo hizo con sus manos están las semillas que crecen como árboles. La transgenia de mi mente se bate contra el tóxico. Aquí estoy, dejándote un poco de mi venéno, porque si me lo quedo adentro seguirán creciendo frutas que parecen buenas pero que saben a mierda. Y la verdad, yo prefiero que mis ideas germinen con la luz de Sol.

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