El tiempo y el viento agarrados, destruyendo lo que hay mientras pasan. La realidad líquida, los suspiros y el recién llegado día que acabará en otra mentira, penosa mentira que se olvida en la siguiente vía. Todo pasa rápido, sin necesidad, como si escapara por una profunda herida la sangre desconsolada. Va y viene, se desliza suavemente, no toca nada pero lo va cambiando todo, como si se pintara de amarillo viejo de foto olvidada. Estar ahí, en medio de la nada que está llena de luz, esa sensación de grandeza y tranquilidad que se va con respirar un poco más profundo. No es una planta ni un edificio inmóvil, es esa cabeza que rueda en una órbita confusa pero sin reversa. Podés volver, volvés, se tocan los fragmentos del recuerdo y se alejan afligidos, aniquilados. La esperanza y la brisa, que buena compañía. Cuando el aire atraviesa cada célula y el tiempo desgarra cada fantasía. No hay salida, atrapado en cíclicos bullicios y momentos, despejando el camino...
Soy un gato de mí que escribe